Sábado, 5 de octubre de 2024

Depresión

Las personas resilientes pueden manejar mejor el estrés y las adversidades, lo que favorece que no desarrollen depresión. Si la sufren, la intensidad de síntomas son mucho menores que los de las personas con bajo nivel de resiliencia

Los médicos de Atención Primaria pueden ayudar a identificar a las personas en riesgo de desarrollar una depresión y consultar para aplicar terapias tempranas, que incluyan el manejo del estrés

Los estudios que han analizado la asociación entre bullying y depresión han encontrado una relación bidireccional: no solo el bullying es un factor de riesgo para la depresión, sino que la depresión también es un factor de riesgo para sufrir bullying

La depresión puede ser vista como una categoría diagnóstica general, que engloba una variedad de trastornos relacionados con características comunes, pero también con diferencias significativas en su presentación clínica

La relación entre la microbiota y el cerebro está ganando peso en la investigación sobre salud mental. La dieta mediterránea puede tener unos efectos protectores también en el ámbito de la depresión

La depresión es una enfermedad mental compleja que puede estar causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales. No se puede reducir únicamente a una personalidad pre-depresiva

La adversidad social, que incluye la pobreza, el desempleo, la discriminación y el aislamiento social, entre otros factores, se asocia a la aparición de la depresión

La inflamación en la depresión es un proceso complejo y multifactorial que aún se está investigando. Quedan muchos datos por conocer, ya que no todos los pacientes con depresión presentan alteraciones inflamatorias

La evidencia disponible sostiene que la depresión está causada por distintos factores genéticos, biológicos, psicológicos y externos. Aunque existe una predisposición, no quiere decir que una persona que la tenga desarrolle depresión

La depresión crónica se define como un episodio de depresión mayor durante un tiempo continuado de dos años. Es más frecuente entre los 55 y 65 años, y afecta a un mayor número de mujeres

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